sábado, 16 de junio de 2012

Dos caras



Una cajera de supermercado me saluda con mirada perdida en la última hora de su jornada. Le devuelvo el saludo automático mientras pasa los artículos y le pregunto que si cree que se acabará el mundo este año. Me responde buenos días (siendo ya de noche)  y me pregunta que si quiero bolsa. Al salir una mujer tirada en el suelo con un cartel donde dice que está muy mal, que tiene hambre y que necesita ayuda, es ignorada por mi y por todos los que pasan. El cartel debía de estar en otro idioma. Paso por una farmacia donde solo veo recetas de pastillas que ocultan la verdad y nos colocan sonrisas postizas transitorias llamadas antidepresivos. Camino por la acera, carteles de liquidación, traspasos, se alquila... inundan los escaparates de cristal que no han podido evitar que la crisis entrara a su establecimiento aunque tengan un letrero donde pone que se reservan el derecho de admisión en su local. Me meto en una cafetería y pido un café con leche. El borracho que está a mi derecha y que mañana estará en esa misma butaca, y la próxima semana y próximo año, me mira mientras sorbo el café. Niñas arrastrando carritos con bebes con futuro predestinado. Kinkis sin camisa con mirada desafiante.  

Vuelvo al supermercado. Le comento a la misma cajera de antes que el mundo si que debería de acabar este año, que ojala los mayas tengan razón y todo se vaya a tomar por culo. Me responde preguntándome que si tengo ticket en el parking. Pienso por momentos si en realidad es un robot. Le arranco la camisa y busco en su espalda un interruptor. Lo encuentro pero al intentar accionarlo veo que está demasiado oxidado y que no se mueve. Me pregunta que si voy a pagar con tarjeta o en efectivo. Le respondo que si no se da cuenta de que el mundo es un lugar asqueroso para vivir y me despido. Que tenga un buen día señor, me dice. 

Sé que el mundo tiene dos caras, pero hoy solo le veo la cara triste.

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