martes, 11 de junio de 2013

Hoja de reclamaciones


Todas las historias que se cuentan en libros, películas o cualquier tipo de soporte destinado para tal fin, están destinadas a contar vidas sobre personas realmente interesantes, con verdaderas proezas de superación, momentos espectaculares, grandes mentes, grandes personalidades, grandes giros en sus vidas, en fin, grandes situaciones con las que podemos disfrutar leyendo, mirando o escuchando.
Pero en ningún momento nos preguntamos porque nosotros, porque nuestras vidas o por lo menos vidas parecidas a las nuestras aparecen en los libros. Es sencillo, la gente no quiere leer sobre vidas rectilíneas, aburridas, sin más emociones que un viaje al año siempre y cuando te lo puedas permitir y muchas penas “barra” alegrías de lo más triviales. Vidas tan lineales que casi me aburre explicar: naces, creces, trabajo mediocre, pareja, hijos, poco mas y muerte. ¡Wuau!. Quiero una para llevar, Gracias!.
Dicen que incluso si te das cuenta de esto no podrás escapar. Dicen que incluso tú, que ahora estás leyendo esto y piensas que tu vida será algo más interesante, tampoco podrás escapar a esto. Así que... disfruta de tu vida y recuerda que al final no hay hoja de reclamaciones.


sábado, 8 de junio de 2013

Capa de pintura

Al entrar él en el metro tú te distes cuenta que casi no te habías maquillado esa mañana, que habías salido a toda prisa y que no estabas todo lo bien que podrías haber estado solo con haber dedicado unos minutos más a ti misma delante del espejo. Además ese acto te recordó que no era esporádico ya que hacía mucho tiempo que te decías a ti misma que estabas bastante descuidada. Te pasas la mano por el pelo: izquierda, derecha. Te cepillas las cejas con el dedo índice por si algún pelo su hubiera declarado en rebeldía y te humedeces ambos labios. Después de 15 minutos, de varias miradas cuidadosamente casuales intentando cruzarlas, utilizando el reflejo del cristal para averiguar si él te estaba mirando, te das cuenta de que no, que no hubiera valido la pena haber gastado ni un minuto más en el cuarto de baño, que ese era uno de los principales motivos para esa dejadez, que te hacia sentías como fuera del mercado del ligoteo hasta que en otra parada entro ese otro él y volviste a repetir el protocolo.