Lucia llegó a su casa después de un día realmente duro. - Vaya
día de mierda, decía una y otra vez. Tiró en bolso en el suelo al cerrar la
puerta. Se fue desnudando por toda la casa dejando una prenda en cada estancia.
Desde el pasillo, su habitación, la cocina y finalmente entró en el cuarto de
baño. –Necesito una ducha. Y así lo hizo. –Vaya mierda, vaya mierda. No paraba
de repetirlo, no paraba de pensar, no paraba de imaginarse que mañana podría ser
un día exactamente igual y que tendría que soportarlo. Abrió el agua fría y
caliente hasta regular la temperatura. Al agua fluía pero no era capaz de
llevarse toda esa mierda de su cuerpo. La mierda estaba dentro y no fuera, mas
en su mente que en su piel. Fue añadiendo agua cada vez más caliente. Le
gustaba que le quemara un poco, no pensaba en ese momento, solo se concentraba
en el. Aumentó un poco más la temperatura. Le quemaba, pero seguía. Seguía
aumentando. La piel comenzó a derretirse. Seguía aumentado. El musculo se
comenzaba a ver y seguía subiendo el termómetro. Más caliente. Todo iba evacuándose
por el sumidero. La piel los pelos y ahora los músculos. Ya solo era un puñado
de huesos que seguían aumentando la temperatura
hasta que todo su cuerpo se evaporó y se coló por el desagüe. Antes de
irse por completo cerró la llave.
Nunca le había gustado malgastar el agua.
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