domingo, 5 de agosto de 2012

La playa



Chupó otra calada al cigarrillo y siguió mirando la puesta de sol desde la arena de la playa mientras continuaba pensando en desaparecer de su propia vida, de ser otra persona en algún país desconocido, con otro aspecto y otro cuerpo. De dedicarse a lo que realmente le gustaría dedicar cada minuto de su tiempo, de dejar atrás temores y angustias. Vivir en una caja fuerte de cristal donde no ser herido sin perder la parte de humanidad. 

El domingo era su día favorito para caer en este “trance” ya que era su preludio a su monotonía semanal. Se extraía de tal modo que solían pasar horas donde se imaginaba situaciones de esa “nueva” vida, con momentos cotidianos que se iban enredando y convirtiéndose en días realmente emocionantes donde nunca hay dos iguales. 

Seguía mirando horizonte hasta que notó una quemadura en los dedos que sujetaban el cigarro devolviéndolo a la realidad, a la puta realidad.

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