Tres chicos de once años encontraron una extraña lámpara semienterrada
en la tierra mientras jugaban. Uno de los chicos estaba obsesionado con el
futuro. ¿Cómo será mi vida?, se preguntaba sin parar. Se imaginaba en muchas
profesiones magnificas pero no sabía a qué se dedicaría de mayor.
Y frotaron la lámpara. Y salió el genio. Y uno pidió mucho
dinero y otro todos los juguetes del mundo. PUM concedido.
- - ¿Y tú qué quieres chico?, preguntó el genio.
- - Quiero saber que seré de mayor.
- - Vaya... nunca me habían pedido ese tipo de
deseo. ¿Cómo quieres saberlo?, ¿quieres que te diga simplemente en qué
trabajaras de mayor?
- No... ¿Podría meterme en mi mismo cuando tenga 30
años y sentirlo yo mismo?
- - Claro, tus deseos son ordenes.
PUM. Se encontraba en una oficina, delante de una pantalla
contando cada segundo para que acabara su jornada y salir de allí. Miró a su alrededor y por
las expresiones que veía intuyó que sus compañeros sentían lo mismo.
-
Eh genio!, esto está mal. Este no puedo ser yo
de mayor. Yo seré alguien importante, y haré cosas increíbles. Ese hombre no
puedo ser yo.
El genio sonrió levemente unos segundos y se evaporó.
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Recuerdas cuando eras pequeño y algún adulto te preguntaba:
¿y tú?, ¿qué quieres ser de mayor?. Tu respondías con total sinceridad infantil
(probablemente la única verdadera) y ellos se reían. Y no se reían porque la
profesión fuera graciosa, no. Se reían porque ellos también tenían el poder de
saber cual sería tu destino y estaba muy, muy, muy lejos de lo que acabas de
contestar. Que hijos de puta... Ahora que lo pienso, cuando tenga la
oportunidad se lo haré yo a algún chiquillo.
Y no me miren así,
como si fuera muy cruel. Tengo que vengarme de algún modo.
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