sábado, 14 de enero de 2012
Cierra los ojos
Me entró esa gula de media tarde mientras andaba por la calle y entré en la primera cafetería que tuviera cierto ambiente acogedor. Pido café con leche y una pulga de algo a una camarera que me parece bastante guapa. Después de pedir me fijo en una pareja que tenia justo en frente. Hubiera pasado desapercibida de no ser porque los dos eran invidentes.
Pude observar que los dos eran pareja casi al instante. Tenían esa complicidad a simple vista que solo se consigue con años de momentos malos, buenos, risas y llantos entre dos personas.
Hablaban de cosas banales mientras sonreían de vez en cuando, jugaban con sus manos o el tocaba su largo pelo. Pensé que su tacto no sería igual al mío y que el encontraría muchas mas cosas en un simple caricia.
Cuando mi pulga había pasado a denominarse pulguita y mi café con leche ya solo era un cortado, el apretó su mano y le dijo.
- Marta, eres preciosa.
En ese momento mi idea de la belleza se derrumbo cual muro de Berlín. De repente cada persona presente en aquel local tuvieron una pequeña implosión. PUM. Ya no tenían rostro, sus ropas se habían evaporado, las siluetas de sus cuerpos desaparecido y la camarera que me había parecido tan guapa no pude reconocerla. Desde ese momento no supe muy bien lo que era la belleza.
Pasada una semana, en un bar, me acerqué a una chica y le pregunte:
- ¿ Eres verdaderamente guapa?
- ¿Que?
- Déjalo...
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