martes, 6 de noviembre de 2012

Me encanta prohibir

Como nos encanta prohibir y prohibir. Después de que pasara la gran desgracia de las muertes de las chicas en la macro fiesta en el Madrid Arena, lo que les ocurrió a las cabezas pensantes de nuestros políticos de turno fue prohibir toda la clase de macro fiestas en recientes públicos. Y así, muerto el perro muerta la rabia.

Ya puestos, propongo que cuando haya una muerte en un estadio de fútbol (que ha habido muchas) se prohíban los partidos. Que cuando alguien muera en una carrera de fórmula uno en nuestro país los políticos la prohíban para siempre. Que si en algún momento se produzca una matanza al más estilo americano en alguna universidad también se prohíban las universidades en España. Vaya cabezas pensantes tenemos como nuestros dirigentes. Si los dejamos pensar demasiado prohibirán los hospitales porque dentro se producen muertes.

Hay dos opciones para el caso del Madrid Arena: uno, endurecer las condiciones con las que la empresa que explota el reciento garantice la seguridad como aumentar el dispositivo de seguridad, una revisión mas exhaustiva de la gente que entra para que evitar que introduzcan armas y demás objetos peligrosos, exigir que se cumpla el aforo máximo llevan un control; y dos, prohibir toda celebración en el recinto y punto.

A nadie se le ocurre que si hay un muerto en el Madison Square Garden de Nueva York se cierre a cualquier acontecimiento multitudinario pero España debe ser “diferent”. O puede que a ellos no se les ocurra utilizar un recinto que no ha pasado por una serie de verificaciones de seguridad porque al ser un edificio público no requiere de licencia. O simplemente puede que nos encante prohibir y prohibir en lugar de educar y educar porque es mucho más fácil darle un bofetón a un hijo.


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