La escena comienza con un primer plano de una mejilla por donde se desliza hacia abajo una lagrima, si si, hacia abajo porque las lagrimas también están sujetas a la ley de la gravedad, y nunca mejor dicho, “gravedad”.
Así comienza la secuencia, un inicio totalmente abierto porque una lagrima puede ser provocada por multitud de situaciones, muchos sentimientos, tanto buenos como malos. Se abre un poco el plano hasta que se desvelan los ojos, unos ojos de mujer que quedan patentes por las pestañas, la sombra de ojos y el rímel algo corrido. Vale, hasta ahora tenemos una lágrima de una mujer, nada más, seguimos sin tener idea de la causa de esa lágrima y cada vez nos interesamos mas por esa chica. Se vuelve a abrir el plano hasta tener un primer plano de la totalidad de la cara. Es una chica muy guapa y tiene rasgos infantiles lo que provocará en el espectador un sentimiento paternalista que enfatizará las emociones trasmitidas por las escena. Tiene la cabeza agachada, como mirando al suelo. La expresión no es totalmente de tristeza, parece una tristeza contenida, como si estuviera concentrada en algo. El interés del espectador crece por momentos. Con una nueva apertura de plano deja al descubierto una carta que sostiene en las manos. El espectador ya comienza a sacar sus propias conclusiones y su curiosidad aumenta por momentos mientras el plano comienza a girar ubicándose detrás de la protagonista mientras esa lagrima cae sobre el papel salpicando palabras y emociones. Se produce un zoom sobre la carta dejando que sea leía por el espectador, pero al leerla no será lo que se esperaba, no se lo había imaginado, era algo intenso y muy misterioso que dejaría al espectador sentado en su butaca hasta el final de la película.
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